Imagen: M. Martín Vicente en Flickr (CC)
El Centro de Congresos Príncipe Felipe de Madrid se vistió de
glamour para acoger la XXVII edición de
los Premios Goya. Nominados y no nominados desfilaron orgullosos por la
alfombra roja, posaron para los fotógrafos y atendieron cortésmente a los
medios de comunicación. Y es que nadie quiso perderse la oportunidad de lucir
palmito en un evento tan importante como este, ni siquiera la bióloga Ana
Obregón que posó como una auténtica estrella de Hollywood mientras los allí
presentes y el público en sus casas se preguntaban qué pintaba esa mujer ahí.
Eva Hache volvió a ejercer de maestra de
ceremonias de una gala que a pesar de durar casi tres horas se hizo amena y
entretenida. La cómica estuvo de sobresaliente, con comentarios críticos, ácidos
e ingeniosos sobre la actualidad social y cinematográfica que dedicó a algunos
de los allí presentes. El Ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, fue el primer encañonado por la presentadora. “Buenas noches ministro, ¿qué tal la
familia? No es una amenaza. Le voy a decir solo una cosa: felicidades. ¿No se
lo esperaba? Se lo dicen poco últimamente, no me extraña”. Con estas
palabras saludó la presentadora a Wert que aguantó el tipo con una risita forzada
mientras probablemente se acordaba de toda la familia de Eva Hache, y no
precisamente para bien. Después, el ministro desapareció misteriosamente de la
pantalla y ninguna cámara volvió a enfocarlo a lo largo de la noche. La mayoría
de las “víctimas” se tomaron bien los chascarrillos de la humorista, otros digirieron
peor las bromas. De este modo, el comentario “Para una vez que está justificado que Mario Casas se quite la camiseta, se la dejas puesta” dirigido
al director de Grupo 7, Alberto
Rodríguez, no hizo ninguna gracia al joven actor que mascaba chicle cual burra en establo.
Así pues, podría decirse que la gala fue agradable de ver gracias,
principalmente, al buen hacer de la presentadora y al gag inesperado que
protagonizaron Ernesto Sevilla, Joaquín Reyes y Julián López, los Chanantes.
Los números musicales, por su parte, fueron lo más flojo de la noche, rozando
la cutrez.
Como era de prever, la Blancanieves de Pablo Berger se convirtió en la gran triunfadora de esta edición con
diez Goyas, lo que la convierte en la tercera película más premiada de la
historia de estos galardones. Lo Imposible, la otra gran favorita,
se anotó un total de cinco premios, entre ellos el de Mejor Director. J.A. Bayona entregó su “cabezón” a María Belón, protagonista real de la
historia que narra la película. Por cierto, como dato apuntar que el director
sufrió una rotura fibrilar al bajar del escenario y tuvo que ser trasladado al
hospital después de la gala. Por último, el pódium de campeones lo cerró Las
Aventuras de Tadeo Jones que se llevó a casa tres cabezas de Francisco de Goya
Reivindicaciones
Mucho se especuló durante los días previos sobre si la gala se
convertiría en una correlación de discursos reivindicativos. Pues sí, hubo
reivindicaciones, como era de esperar. La más clara y concisa fue Candela Peña. La ganadora del Goya a
Mejor Actriz de reparto por Una pistola en cada mano salió a
disparar y no titubeó al afirmar de forma contundente: "En este tiempo he visto morir a mi padre en un hospital público
donde no había mantas para taparle ni agua para beber y se la teníamos que
llevar nosotros. Ha nacido un hijo de mis entrañas y no sé qué educación
pública la espera. He visto gente sin trabajo que se mata por no tener casas. Os
pido trabajo. Tengo un niño que alimentar".
Maribel Verdú (Goya a Mejor Actriz), por su parte, también
decidió insertar en su discurso unas
palabras hacia nuestro sistema actual, un “sistema
quebrado y obsoleto en el que se roba a los pobres para dar de comer a los
ricos”, sentenció.
Los actores Raúl Arévalo, Carlos Areces y Javier
Cámara optaron por lanzar un mensaje igualmente categórico pero más sutil y
salieron al escenario con pegatinas de “no
a los recortes”.
Otros, en cambio, eligieron simplemente la demagogia barata. Javier
Bardem, que recogió su primer Goya como productor, se acordó de la triste y lamentable situaciónque se vive en el Sahara, mientras el público se acordaba de cómo él decidió
que su hijo naciera en la lujosa clínica Cedars Sinai de Los Ángeles, donde cada noche cuesta 2.500
euros.
En último lugar, he leído que el discurso del presidente de la Academia, Enrique González Macho, fue el más reivindicativo. La verdad es que
no lo sé. Lo siento, pero fui incapaz de prestar atención a los cinco eternos e
infumables minutos que duró su perorata. Así que no puedo decir nada al
respecto.
La anécdota
No
hay gala en directo que se precie que no tenga su momento de “Ups”.
Adriana Ugarte y Carlos Santos fueron los encargados de
anunciar el Goya a la Mejor Canción y la liaron parda con los sobres, al más
puro estilo Bárcenas. La actriz se
equivocó y anunció como ganadora la canción de Nens Salvatges y cuando sus
compositores ya estaban extasiados celebrándolo, el mítico “povedilla” de Los Hombres de Paco dijo que no, que era
un error, que la ganadora era Blancanieves.
Con
todo, críticas, reivindicaciones, errores y demagogias, la gala de la XXVII
edición de los Goya, a pesar de perder audiencia, se convierte en la cuarta más
vista de la historia. Ahora sólo queda esperar qué pasará este año con la
industria cinematográfica española y desear que el próximo podamos volver a
disfrutar de los premios más importantes de nuestro cine.
Imagen: www.panoramaaudiovisual.com
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