Imagen: Disney ABC Television Group en Flickr (CC)
¿Es posible que
una gala de tres horas y media de duración no se haga eterna? Sí. A ver, claro
está que hubo momentos en que se hizo un poco pesada, pero se pudo digerir
bastante bien.
Gran parte de
la culpa la tuvo el maestro de ceremonias de la 85 edición de los Oscar, Seth
MacFarlane. El Buenafuente yanqui desbordó desparpajo, naturalidad e
ingenio en cada una de sus
intervenciones. Este polifacético presentador cantó, bailó, criticó,
actúo y dirigió ácidos comentarios hacia las estrellas presentes en el teatro
Dolby de Los Ángeles.